De la vida y sus preguntas.
- Mariana Castañeda
- 31 ene 2021
- 4 Min. de lectura
Corro por acá antes de que se acabe enero y me deje con las ganas de escribir sobre su paso un tanto bueno y otro tanto atolondrado que ha marcado en mí y en muchos, creo, como el inicio de nuestro año 2021.
Aunque ahora verbos como esperar, planear o controlar pueden parecer inútiles a la vista de cualquiera, yo todavía guardo en mí la manía de seguir accionándolos cada inicio o fin de mes, cual ilusa e ingenua, aunque ya con más consciencia de que todo puede pasar y que si nada sale como esperaba, no habrán de faltarme las risas (palmada en mi hombro). ¿Qué les puedo decir? Así se comienzan las grandes cosas, y también las peores: deseando, planeando, haciendo y esperando lo mejor.
No me mal interpreten, no tengo grandes expectativas, hago y deshago con entusiasmo pero también exhalando constantemente lo que ansío para el futuro. Pero eso sí, no pretendo traer aquí más palabras y frases desesperanzadoras, para eso está el mundo, las redes sociales y sus noticias, no. Yo vengo a hablarles de la vida y su forma de abrirse camino, de la vida y sus preguntas.
Estos días me vi en la necesidad de escribir mi historia, la historia de mi vida, la que me trajo aquí… (inserte aquí emoji explotándole el cerebro). Así es. Cuando me dispuse a hacerlo de primera mano sabía que tendría que resumir mi historia en un párrafo, señalar lo más importante y desarrollar lo que consideraba que me había traído aquí, para que quien lo leyera pudiera conectarse conmigo.
Me dispuse a empezar tan compleja tarea y cuando caí en cuenta el documento de Word donde la escribía, llevaba abierto ya dos semanas, cada día le modificaba una que otra frase, borraba una que otra palabra y al siguiente día lo volvía a editar.
Qué difícil elegir qué contar, me dije, al parecer hacerlo me demandaba discernir entre lo que sí había sucedido y entre lo que yo creí o me cuento que sucedió, pero sobre todo me di cuenta de algo que no me gustó y era el papel de víctima en el que lo contaba todo. Estaba narrando desde la voz de una víctima de sus circunstancias. Lo que me había traído aquí al parecer no habían sido una serie de decisiones sino una serie de eventos desafortunados y otros tantos bienaventurados. Cuando caí en cuenta me preocupé. ¿Cuántas veces me habré creído esa historia? Creo firmemente en que uno forja su destino, solo que no siempre se es consciente cuando lo haces.
Para mi sorpresa el asunto se aclaró un poco más cuando me encontraba haciendo los ejercicios de un book club de relaciones que estoy leyendo, en el apartado de ejercicios indicaba que escribieras una historia de alguna relación que tuviste y que la escribieras cinco veces pero que cada vez lo hicieras en un tono distinto como protagonista, como desde la víctima, desde la súper heroína, la santa, la villana y al último, desde la forma en la que te gustaría contarte esa historia.
Pareciera tonto, pero el ejercicio me sirvió mucho para saber con qué voz me identifico más y qué papel me gusta jugar en las historias que me cuento. Menudo descubrimiento. Qué razón tenía una maestra al decir que el escribir incomoda.
Y sé que no soy la única. Mi prima estaba buscando un nuevo trabajo y actualizando su currículum se atoró en la parte de su objetivo principal. Esa partecita de hasta arriba que se supone dice lo que buscas y quieres lograr, puede mostrar tu personalidad y algunas cualidades. Bueno, ella no sabía qué poner, ¿Cuál es mi objetivo?, me preguntó, ¡yo qué voy a saber!, le dije, es que si tú no sabes yo tampoco, me contestó. Le ayudé un poco con la redacción y cuando me lo pasó algunas cosas no se entendían, ¿Qué quieres decir con esto o a qué te refieres? se lo subrayé, no lo sé me respondió.
Yo me reía mucho, pero en el fondo la entendía, uno no se cuestiona esas cosas hasta que algo te orilla a hacerlo y para serles sincera, no veo nada de malo que de pronto no sepamos qué es lo que queremos o hacia donde queremos ir.
Yo todos los años me proponía dos que tres cosas fijas y precisas, entre ellas siempre imperaba el viajar, a donde fuera pero viajar. El día de reyes subí un post mencionando que le pedía a los reyes dinero para hacerlo. ¿A dónde quieres viajar? Me respondió en privado un amigo extranjero quien se encuentra ahora mismo al otro lado del atlántico. Yo enloquecí con su mensaje, tenía mucho tiempo sin saber de él y me dio mucho gusto que fuera tan oportuno en preguntarme algo que no había definido. Cuando iba a contestarle su pregunta me quedé pensando seriamente mi respuesta, ¿a dónde realmente quisiera ir cuando pueda hacerlo?, me tomé mi tiempo y mientras lo meditaba me di cuenta que hay cosas que sí necesitas saber qué y cómo para lograrlas.
Seguramente en este año pasarán muchas cosas que nos pongan sobre la mesa muchas preguntas acerca de nuestro recorrido y nuestro rumbo y que necesiten ser escritas, contadas o definidas, pero espero no huyamos de ellas y que sigamos respondiéndolas sin creer que no se pueden editar después.
Punto final ¡Salud! Por esas historias que están por venir.

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